jueves, 4 de julio de 2013

Camiones británicos en la Wehrmacht


De Dunquerque a Moscú


El uso de material capturado al enemigo es tan antiguo como la guerra misma. Pero durante la 2ª Guerra Mundial la Wehrmacht, conocedora perfectamente de su carencia del material motorizado necesario para librar la guerra moderna en que estaba involucrada, creó todo un sistema de recuperación de armamento y equipo enemigo institucionalizado y organizado (como buenos alemanes que eran) para aprovechar todo lo que caía en sus manos. Tal vez los vehículos más famosos serían Max y Moritz (los protagonistas de un cuento infantil), utilizados por el mariscal Rommel en el Norte de África, que eran dos vehículos de mando ACV 4x4 británicos, apodado Dorchester por los soldados ingleses (el nombre de un hotel de cinco estrellas londinense) y Mammuth por los alemanes. O los vehículos acorazados aliados de la operación Greif usados durante la batalla de las Ardenas. Pero estos solo eran la punta del iceberg de todos aquellos vehículos  utilizados por los alemanes.

La adquisición de vehículos se dividía en 3 tipos: los capturados en el frente o beutefahrzeuge (vehículos de botín), los producidos e fábricas ocupadas y los requisados a la población civil.

Los eran los vehículos capturados y usados por unidades militares de primera línea. Estos solían enviarse posteriormente a depósitos especializados, una de cuyas organizaciones era el Zentrakraft-Ost, dedicada a preparar estos vehículos para la operación Barbarroja. Donde se estandarizaban las piezas de recambio antes de asignar el vehículo a otra unidad. La campaña del oeste proporcionó 200.000 vehículos de todas clases que fueron distribuidos a las diferentes ramas de la Wehrmacht.

Hay más: como los tanques diseñados y fabricados en Chechoslovaquia, denominados Panzer 38(t). Se fabricaron 1.400 de estos tanques hasta 1942 y que fueron usados en todos los frentes en que luchó la Wehrmacht desde Polonia hasta la URSS. El Renault R-35 fue profusamente usado en segunda línea y sus torretas, al igual que las del Panzer 38(t) fueron usadas como puestos fijas a lo largo del Muro del Atlántico y otras líneas de defensa estáticas.

  
La obra:
Cuando el BEF desembarcó en Francia era uno de los ejércitos más motorizados y modernos de su tiempo. Cuando el humo se disipó de las playas de Dunkerque, la operación Dynamo había evacuado a 338.226 soldados británicos y franceses, pero tras ellos quedaba todo el material, que incluía el equivalente de 84.486 toneladas de motocicletas, automóviles, camiones y otros vehículos militares; 2.872 toneladas de piezas de artillería y 598.000 toneladas de armas individuales, munición y otros medios de apoyo.

El libro recoge la historia y los modelos de muchos de estos vehículos británicos que una vez en manos de los alemanes sirvieron en todos los frentes donde estos combatieron.


La edición:
La cuidada presentación de Alcañiz Fresno’s Editores empieza por la realización de los perfiles de los vehículos mencionados en el libro, que no existen en la edición original. Para su confección además se tuvo se tuvo un cuidado especial a la hora de otorgarle los colores y tonos correspondientes. Son un auténtico deleite para todo aficionado a vehículos y armamento.

Las imágenes, todas ellas de gran calidad, proceden además de colecciones privadas, por lo que no son muy habituales y le añaden un aliciente más por su curiosidad.


Aproximación personal:
Interesante tema, que aunque pueda parecer una anécdota, alustra la manera de hacer la guerra que tenían los alemanes, para la que no estaban preparados materialmente (nadie podrá negar que motivados estaban).

Siempre se ha hablado de la gran cantidad de modelos diferentes de vehículos que utilizó la Wehrmacht en la 2ª Guerra Mundial y que provocaba un auténtico problema logístico. En comparación sus enemigos utilizaban un puñado limitado de tipos diferentes, ayudando a la logística mucho más estandarizada. Pero esto es solo una parte del problema. En el inicio de la operación Barbarroja se disponía de una flota de 800.000 vehículos propios y 200.000 beutefahrzeuge. Al finalizar el invierno 1941-42 se habían perdido 22.49 motocicletas, 18.292 automóviles, 31.143 camiones y 2.252 tractores. Durante ese mismo periodo la industria alemana había fabricado: 938 motocicletas, 2.469 automóviles, 3.542 camiones, 492 tractores.

Los alemanes no es que tenían demasiados vehículos diferentes, es que no podían fabricar suficientes vehículos y tuvieron que usar lo que encontraron, ampliando así el problema logístico.

Las cifras hablan por sí solas: la industria alemana no estaba preparada para una guerra prolongada y esa carrera la perdieron.







Puntuación: 3 (sobre 5)
Título: De Dunquerque a Moscú. Camiones británicos en la Wehrmacht
Título original: British Military trucks in Wehrmacht service
Autor: Jochen Vollert
Ilustrador: Julio López Caeiro
Traductor: Francisco Fresno
Año: 2011
Editorial: Alcañiz Fresno’s Editores (2011)
Colección: Armas de guerra IV
Páginas: 96
ISBN: 978-84-96935-33-4


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