De Dunquerque a Moscú
El uso de material capturado al enemigo es tan antiguo
como la guerra misma. Pero durante la 2ª Guerra Mundial la Wehrmacht, conocedora perfectamente de su carencia del material
motorizado necesario para librar la guerra moderna en que estaba involucrada,
creó todo un sistema de recuperación de armamento y equipo enemigo
institucionalizado y organizado (como buenos alemanes que eran) para aprovechar
todo lo que caía en sus manos. Tal vez los vehículos más famosos serían Max y Moritz (los protagonistas de un cuento infantil), utilizados por el
mariscal Rommel en el Norte de África, que eran dos vehículos de mando ACV 4x4
británicos, apodado Dorchester por
los soldados ingleses (el nombre de un hotel de cinco estrellas londinense) y Mammuth por los alemanes. O los
vehículos acorazados aliados de la operación Greif usados durante la batalla de las Ardenas. Pero estos solo eran la punta del iceberg de todos aquellos vehículos utilizados por los alemanes.
La adquisición de vehículos se dividía en 3 tipos: los
capturados en el frente o beutefahrzeuge
(vehículos de botín), los producidos e fábricas ocupadas y los requisados a la población
civil.
Los eran los vehículos capturados y usados por unidades
militares de primera línea. Estos solían enviarse posteriormente a depósitos
especializados, una de cuyas organizaciones era el Zentrakraft-Ost, dedicada a preparar estos vehículos para la
operación Barbarroja. Donde se estandarizaban las piezas de recambio antes de
asignar el vehículo a otra unidad. La campaña del oeste proporcionó 200.000
vehículos de todas clases que fueron distribuidos a las diferentes ramas de la Wehrmacht.
Hay más: como los tanques diseñados y fabricados en
Chechoslovaquia, denominados Panzer 38(t). Se fabricaron 1.400 de estos tanques
hasta 1942 y que fueron usados en todos los frentes en que luchó la Wehrmacht desde Polonia hasta la URSS.
El Renault R-35 fue profusamente usado en segunda línea y sus torretas, al
igual que las del Panzer 38(t) fueron usadas como puestos fijas a lo largo del
Muro del Atlántico y otras líneas de defensa estáticas.
La obra:
Cuando el BEF desembarcó en Francia era uno de los
ejércitos más motorizados y modernos de su tiempo. Cuando el humo se disipó de
las playas de Dunkerque, la operación Dynamo había evacuado a 338.226 soldados
británicos y franceses, pero tras ellos quedaba todo el material, que incluía
el equivalente de 84.486 toneladas de motocicletas, automóviles, camiones y
otros vehículos militares; 2.872 toneladas de piezas de artillería y 598.000
toneladas de armas individuales, munición y otros medios de apoyo.
El libro recoge la historia y los modelos de muchos de
estos vehículos británicos que una vez en manos de los alemanes sirvieron en
todos los frentes donde estos combatieron.
La edición:
La cuidada presentación de Alcañiz Fresno’s Editores empieza por la realización de los
perfiles de los vehículos mencionados en el libro, que no existen en la edición
original. Para su confección además se tuvo se tuvo un cuidado especial a la
hora de otorgarle los colores y tonos correspondientes. Son un auténtico deleite para todo aficionado a vehículos y armamento.
Las imágenes, todas ellas de gran calidad, proceden
además de colecciones privadas, por lo que no son muy habituales y le añaden un
aliciente más por su curiosidad.
Aproximación
personal:
Interesante tema, que aunque pueda parecer una anécdota,
alustra la manera de hacer la guerra que tenían los alemanes, para la que no
estaban preparados materialmente (nadie podrá negar que motivados estaban).
Siempre se ha hablado de la gran cantidad de modelos
diferentes de vehículos que utilizó la Wehrmacht
en la 2ª Guerra Mundial y que provocaba un auténtico problema logístico. En
comparación sus enemigos utilizaban un puñado limitado de tipos diferentes,
ayudando a la logística mucho más estandarizada. Pero esto es solo una parte
del problema. En el inicio de la operación Barbarroja se disponía de una flota
de 800.000 vehículos propios y 200.000 beutefahrzeuge.
Al finalizar el invierno 1941-42 se habían perdido 22.49 motocicletas, 18.292
automóviles, 31.143 camiones y 2.252 tractores. Durante ese mismo periodo la
industria alemana había fabricado: 938 motocicletas, 2.469 automóviles, 3.542
camiones, 492 tractores.
Los alemanes no es que tenían demasiados vehículos
diferentes, es que no podían fabricar suficientes vehículos y tuvieron que usar
lo que encontraron, ampliando así el problema logístico.
Las cifras hablan por sí solas: la industria alemana no
estaba preparada para una guerra prolongada y esa carrera la perdieron.
Puntuación: 3 (sobre 5)
Título: De Dunquerque a Moscú. Camiones británicos en la
Wehrmacht
Título original: British Military trucks in Wehrmacht
service
Autor: Jochen Vollert
Ilustrador: Julio López Caeiro
Traductor: Francisco Fresno
Año: 2011
Editorial: Alcañiz Fresno’s
Editores (2011)
Colección: Armas de guerra IV
Páginas: 96
ISBN: 978-84-96935-33-4
Links:
No hay comentarios:
Publicar un comentario