Combatientes de la libertad
Guadalajara, Teruel, Madrid, Belchite, Ebro, Guernica, incluso Don Quijote,
son nombres que nos recuerdan irremediablemente a España. Pero si les añadimos Les Cosaques o Les Pingouins, entonces evocamos otro lugar: la Porte d’Italie, el puente de Austerlitz
sobre el Sena y la île de la Cité. A
la sazón sabremos que estamos hablando de la liberación de París del 24 de
agosto de 1944.
Francia
había caído cuatro años antes de una manera inesperada y fulminante frente a
las nuevas tácticas de guerra relámpago de la Wehrmacht alemana. Entonces se firmó un armisticio que dividía el
país en dos partes, una de ellas con su capital en Vichy bajo el gobierno del
mariscal Philippe Pétain. La mitad del país estaba bajo ocupación y la otra
mitad bajo un régimen fascista y colaboracionista con el III Reich. Al mismo
tiempo un general solitario y apenas conocido, nombrado subsecretario de
Defensa Nacional por el gobierno de Reynaud, llamado Charles de Gaulle se
traslada a Gran Bretaña y proclamaba la continuación de la lucha bajo el nombre
de Francia Libre, que en aquel momento contaba con tan solo 4.000 soldados de
todas las armas.
Poco
a poco aquella Francia Libre fue aglutinando el resto de fuerzas francesas
hasta convertirse en un miembro más de los países Aliados. En 1943 se formó la
2ª División Blindada, bajo el mando del general Leclerc, que había acudido a
Gran Bretaña tras el llamamiento de Gaulle en 1940, y que se había hecho famoso
por su marcha desde el Chad hasta Koufra, al sur de Libia, una travesía por el
desierto de 650 kilómetros. Equipada con el material más moderno de armas y
vehículos norteamericanos, entre sus 16.000 soldados había cerca de 2.000 republicanos
españoles. La mayoría de ellos integrados en el 3er batallón del Regimiento de
Marcha del Chad, conocido como el “Batallón Español” con su Novena compañía
formada casi en su totalidad por españoles (146 de los 150 integrantes) era
conocida como “La Nueve” en español.
Al
mando de la compañía fue asignado al capitán Raymond Dronne, también gaullista
de primera hora. Este los describía en su libro ‘Carnets de route d’un croisé de la France libre’ publicado en 1984
como: “A pesar de su aspecto rebelde,
eran muy disciplinados, de una disciplina original, libremente consentida”.
“La mayoría de aquellos hombres querían
comprender las razones de lo que se les pedía y era necesario tomarse el
trabajo de explicarles el porqué de las cosas”. “En su gran mayoría, no tenían el espíritu militar, eran incluso
antimilitaristas, pero eran magníficos soldados, guerreros valientes y
experimentados”. “Si abrazaron
voluntariamente nuestra causa fue porque era la causa de la libertad. Realmente
eran combatientes de la libertad”.
La
división terminó de desembarcar en Normandía el 1 de agosto en la playa Utah y fueron encuadrados en el III
Ejército estadounidense del general Patton. Y muy pronto La Nueve se forjó una
fama de no retroceder “No cedían ni un
palmo de terreno conquistado. Iban siempre delante” recuerdan algunos
veteranos de la división. Cuando por fin, el 23 de agosto, se autoriza a
Leclerc a dirigirse a París tras el alzamiento de la ciudad contra su ocupación,
los 4.000 vehículos de la división tenían que atravesar 210 kilómetros que les separaba
de la capital francesa, con el Regimiento de marcha de Chard en cabeza y La
Nueve abriendo el camino. En la tarde del 24 de agosto, ya muy cerca de su
objetivo, Dronne recibió la orden de volver sobre el eje de la marcha desde
donde se encontraban, ya habiendo sobrepasado las últimas defensas alemanas en La-Croix-de-Berny.
Cuando este se encontró con Leclerc, este le respondió: “Mire, Dronne, lo que debe de hacer en estos casos es no cumplir órdenes
idiotas. Haga el favor de ponerse en camino y vaya derecho a París – le dijo
el general tomándole por el brazo y señalándole el norte con su bastón –, y no se duerma, Dronne, no se duerma”.
El
trayecto desde La-Croix-de-Berny
hasta la Porte d’Italie se realizó en
menos de 2 horas. Cuando la atravesaron eran las ocho y media de la tarde,
llegando a la plaza del ayuntamiento a las 21:22. Para entonces Amado Granell
había sido el primer soldado aliado en llegar al centro de París, adelantándose
a Dronne al usar otra ruta. En total había 21 vehículos, entre los que se
encuentran 3 carros Sherman, numerosos halftracks
con pintorescos nombres pintados en ellos y varios vehículos ligeros, que
sumaban 126 hombres. Formaron en erizo alrededor de la plaza, la cual poco a
poco fue inundada por una marea de ciudadanos que se habían enterado de la
llegada de las primeras tropas aliadas y no querían perderse ese momento.
De
pronto, por encima del alborozo general y de las entusiastas estrofas de «La Marsellesa», comentó a oírse un
doblar de campanas. Primero fue el grave sonido del bordón de Notre-Dame y poco después, en eco
luminoso, comenzaron a repicar todas las campanas de París. Durante un largo
rato de emoción intensa, más de doscientos campanarios repicaron por toda la
capital el anuncio de la liberación.
(Pág.
150)
La obra:
El
relato empieza con el contexto de como los integrantes de lo que sería La Nueve
llegaron a formar parte de esta compañía motorizada del Regimiento de Marcha
del Chad. “La Retirada” hacia la frontera Francesa tras la caída de Catalunya,
la salida in-extremis de los puertos
de Alicante. Del trato vejatorio, ignominioso, denigrante y sin motivo de los
refugiados republicanos por parte del gobierno francés. Seguida de los combates
en que participaron los españoles hasta la caída de Francia y su armisticio con
Alemania. Está salpicado de los recuerdos y vivencias de aquellos que
participaron en aquellos acontecimientos, muchos de ellos terminarían en La
Nueve, transmitidas a la autora a través de entrevistas personales, completando
con otras fuentes y una rigurosa documentación. Pasa a explicar cómo se formó
la 2ª División Blindada en Marruecos y su entrenamiento en Gran Bretaña, hasta
ser integrada en el III Ejército de Patton y su intervención en la liberación
de París, las últimas batallas en Strasburgo y su llegada a Berschtesgaden al
final de la guerra. Durante este relato también se intercala la historia del
general Philippe Leclerc de Hauteclocque, oficial de carrera profesional y de
rigurosa disciplina, pero respetado por los republicanos por su negativa a
sacrificar las vidas de sus soldados inútilmente. Así por el general de Gaulle,
los dos oficiales invencibles al no dejarse derrotar por la victoria de
Alemania en 1940.
La
parte final contiene las transcripciones de la autora con los miembros de La
Nueve que pudo entrevistar y por tanto nos ofrece la visión personal de estos
hombres: Germán Arrúe, Rafael Gómez, Daniel Hernández, Manuel Lozano, Fermín
Pujol, Luis Royo, Faustino Solana, Manuel Fernández, Víctor Lantes y una
pequeña biografía de Amado Granell, el hombre que “liberó” París.
El
libro “La Nueve” permite, por tanto, tener una visión global de la situación de
la Francia Libre, la formación de la 2ª División Blindada y sobre todo de los
españoles que lucharon bajo la enseña tricolor durante su segunda guerra contra
el fascismo.
Aproximación
personal:
La
liberación de París era simbólicamente la liberación de Francia y fue hecha por
republicanos españoles, lo que de alguna manera demuestra la división que
existía en el país galo y como los azares de la historia, devuelve la gloria a
aquellos que habían sido tratados como parias y criminales cuando cruzaron las
fronteras en 1939. La situación política posterior a la 2ª Guerra Mundial puede
explicar el olvido de la gesta de La Nueve, porque en el fondo les demuestra a
los franceses que la mayoría de ellos se habían dejado derrotar tras la
victoria alemana de 1940. Tras la guerra era necesario unificar una nación
dividida, en la que muchos de sus ciudadanos habían colaborado vergonzosamente con
el ocupante o el gobierno fascista de Vichy. Y los españoles que habían ayudado
a liberarla, luchando contra el fascismo hitleriano, fueron los algunos de los
olvidados en aquel proceso. Pero la historia es caprichosa y en el 2004 la
Alcaldía de París inauguró una placa en honor a aquellos hombres por quien
repicaron las campanas de París aquella noche del 24 de agosto de 1944 tras
cuatro años de silencio: a los liberadores españoles, aquellos “combatientes
por la libertad”, como los ensalzó Dronne.
Tal
vez esto solo sea una anécdota en la historia dentro del mar de llamas que era
la 2ª Guerra Mundial. Pero la historia está construida de anécdotas. Y que aquellos
expatriados, que no luchaban por su país, sino por sus ideas, no solo tuvieron
el honor de liberar la ciudad de París, sino también de escoltar al general Charles
de Gaulle por los Champs-Élysées durante
la celebración del 26 de agosto en su camino hacia la catedral de Notre-Dame. Y esa distinción no fue
casual en un hombre tan chovinista y celoso de la dignidad de Francia como de
Gaulle: se lo merecían y recibieron ese privilegio. Como tampoco la orden de
Leclerc a Dronne de no obedecer órdenes idiotas y seguir hacia París fue casual.
Sabía que si podía confiar en alguien para liberar aquel día la «Ciudad de la
Luz» era en sus republicanos españoles, que nunca cedían terreno, que era
combatientes de la libertad.
Ll. C. H.
Puntuación:
5 (sobre 5)
Título:
La Nueve. Los españoles que liberaron París
Autora:
Evelyn Mesquida
Prólogo:
Jorge Semprún
Año:
2008
Editorial: Ediciones B
Páginas: 292
ISBN: 978-84-666-2070-3
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