Un periodista en guerra
“En solemne saludo
a los miles de camaradas, verdaderos hombres valientes, que no regresarán a sus
hogares, jamás” Esta es la dedicatoria de Ernie Pyle en el libro que recoge
sus vivencias en Sicilia e Italia entre 1943 y 1944. Y tristemente podría
servir también de epitafio para el propio autor, abatido en la isla de Okinawa
a causa de disparos japoneses. En su memorial se puede leer “En este punto, la 77ª División de
Infantería, perdió a un compañero: Ernie Pyle. 18 Abril 1945”.
Ernie Pyle es uno de los corresponsales estadounidenses más
populares de la 2ª Guerra Mundial, que escribía para la cadena de periódicos Scripps Howard y sus artículos se
publicaban en más de 400 diarios y 300 semanarios, ganándose muy pronto el
aprecio de millones de norteamericanos. Su fama venía dada por dos motivos. El
primero su forma de escribir: clara y cercana que llegaba a las mentes y los
corazones de todos los que lo leían. Y sobre quien escribía: del soldado
anónimo, del soldado de a pie. Sobre la vida cotidiana de los hijos, los
esposos y hermanos de las personas que le leían. Pyle se había hecho famoso por
una columna de viajes, en la que describía sobre los lugares y las personas que
había conocido a lo largo de todos los Estados Unidos. Y era aquel conocimiento
sobre el norteamericano de a pie, lo que hizo que sus artículos se hicieran tan
famosos.
Tal era su fama que en 1944, desde su columna, pidió que
los soldados de combate obtuvieran una paga mejor por arriesgar sus vidas todos
los días. Obligando al Congreso aprobó una ley que autorizaba una paga
adicional de 10 dólares a los soldados de infantería que entraran en combate,
que fue llamado “El proyecto de ley de Ernie Pyle”. Ese mismo año ganó el
premio Pulitzer por su enfoque centrado en los soldados desconocidos.
La obra:
Brave men es la recopilación de las experiencias del
propio Ernie Pyle y unidades con las que estuvo y convivió a lo largo de los
meses que pasó como corresponsal de guerra en los frentes de Sicilia e Italia y
que fue editado durante la misma guerra en 1944.
Y en ese sentido es interesante conocer la vida cotidiana
del soldados de a pie, alejándose de los movimientos de los ejércitos,
estrategias y tácticas, de grandes generales y gloriosas hazañas. Y lo hace conscientemente
y con alevosía, porque a Ernie Pyle no le interesaba para nada todo lo
grandilocuente, a él le fascina (y lo dice y se nota) es el soldado raso,
anónimo, al que muchas veces da nombre e incluso la dirección de su hogar. Se
centra en el artillero que sirve una pieza de artillería, en el médico del
hospital de primeras curas situado cerca del frente, del ingeniero que
reconstruye los puentes volados por el enemigo o del armero que coloca las
bombas en las bodegas de los bombarderos. En esos hombres sin nombre, ni muchas
veces gloria, pero que hacen posible que se ganen las guerras. Y eso es lo
interesante del libro, esa perspectiva del soldado anónimo, de su día a día.
De esa manera nos va relatando, como si el libro fuera un
diario de viajes, sus destinos, las personas que entabla amistad,
describiéndonos que hacen, que piensan, que sueñan, de donde son y como son. El
primer capítulo habla de los hombres del barco en el que participa en la
invasión de Sicilia. Luego de los médicos que le atendieron en el hospital de
primeros auxilios. De las tripulaciones del 47 grupo de bombarderos
ligeros que operaban con A-20 Boston (también conocidos como Havoc’s), de los infantes que luchan en
las escarpadas laderas italianas, de los porteadores que llevan los suministros
hasta primera línea y de las tropas aislados en la cabeza de playa de Anzio. Nos
habla del capitán Henry T. Waskow, de Belton, Texas, comandante de compañía de
la 36ª División, muy apreciado por sus hombres y caído en combate (su historia
fue uno de los mayores éxitos de Pyle). Del sargento William Schneider, de
Hackensackm Nueva Jersey, ganador del sorteo de una preciada botella de
Coca-Cola (dificilísimas de encontrar en Italia). O el piloto de un A-36 Invader que tras ser alcanzado por la
artillería antiaérea, y habiéndose convertido en un fácil blanco para cualquier
caza de la Luftwaffe, de repente se encontró con dos Spitfires dela RAF, uno de cuyos pilotos le dijo: «Ánimo, pollo; ya te tenemos», que le
escoltaron hasta su base sano y salvo.
La edición:
Ernei Pyle es uno de los periodistas más conocidos de la
2ª Guerra Mundial, por lo menos desde la perspectiva norteamericana y Tempus ha
editado de manera correcta dos de sus libros. “Brave Men” que se centra en las operaciones de Sicilia e Italia y
su segunda parte que narra la campaña de Normandía hasta la liberación de París.
Por lo que nos faltarían “Ernie Pyle in
England” de 1941, “Here is your war”
de 1943 de sus vivencias en África y “Last
chapter” publicado póstumamente en 1946 sobre su estancia en el teatro de
operaciones del Pacífico.
En estas dos correctas ediciones, me ha faltado una
introducción sobre el autor de la obra, no solo la información que aparece en
la contraportada. Y tampoco hay ninguna fotografía que es tan habitual en estos
libros, ni siquiera de su insigne autor.
Aproximación
personal:
Empecé a leer Brave men sin saber muy bien qué tipo de obra
tenía entre manos y resultó una de las lecturas más interesantes, y también
refrescantes de los últimos tiempos. Y es curioso que precisamente dos de los
escritores que más me hayan impresionado en los últimos años sean precisamente
dos periodistas: Ernei Pyle y Vasili Grossman.
Los dos tienen una escritura fluida y objetiva, al mismo
tiempo que los dos estaban metidos en el mismo barro que los hombres de los que
escriben. Grossman estuvo durante casi toda la batalla de Stalingrado cerca de
los soldados 62º Ejército Rojo cercado en la ciudad y escribía de los soldados
a los que admiraba o se interesaba, como los francotiradores o los carristas.
Pyle hizo lo mismo, escribiendo sobre sus vivencias, de los soldados que
conoció y con los que finalmente murió. De manera que sus plumas nos ofrecen
unos documentos excepcionales por la mirada que nos ofrecen. Un punto de vista
cercano al soldado con el que está conviviendo y del que arriesga su vida a
diario, pero al mismo tiempo dando la perspectiva de quien puede alejarse de
ello en cualquier momento, siempre con la profunda admiración y respeto.
El texto se tiene que entender dentro de su contexto:
publicado en 1944, supura patriotismo por todas partes. Pero no habla
huecamente de soldados luchan por una causa justa, sino de quien lucha porque
le ha tocado, y lo hace lo mejor que puede, como si en vez del frente tuviera
que ir a una fábrica para apretar tornillos. Admita ese coraje más primario que
es impulsado simplemente por la camaradería por los compañeros que están al
lado de uno y que es el verdadero espíritu cuyo sudor y sangre ganan guerras. Y
ese es un patriotismo que podríamos ver en cualquier otro ejército: el
británico o el alemán. Y de alguna manera su pluma transmite la admiración que
sentía Pyle por aquellos hombres de los que escribe, quienes pueden hacer cosas
grandes e inexplicables cuando se ven obligados a ello, como él mismo dice: esa
es la verdadera forja de los héroes.
Puntuación: 5 (sobre 5)
Título: Brave men. La campaña de Italia 1943-1944.
Título original: Brave men.
Autor: Erni Pyle
Traductor: Librada Piñero
Año de publicación: 1944
Editorial: Tempus (2009)
Colección: Historia militar.
Páginas: 382
ISBN: 978-84-92567-06-5
El libro es muy interesante, así como la segunda parte centrada en Normandía. Creo que Tempus podría haber editado estos libros con un mejor papel, con mapas de las campañas y con alguna fotografía. Aún así, son libros muy recomendables. Me recordaron a otro libro periodístico sobre la SGM, con el que disfruté mucho: "Hubo una vez una guerra" de John Steinbeck.
ResponderEliminarMe ha gustado tu reseña Llorenç.
Saludos
Grandísima reseña Llorenç. Como se nota que este es uno de tus favoritos, jejeje... Este me lo tengo que leer sí o sí. Además la campaña Italia, bastante olvidada en su día, y creo que incluso en nuestros tiempos, fue de las más duras y cruentas de la guerra y a mi en particular me interesa muchísimo.
ResponderEliminarSaludos!!
No puedo negar que es un libro que me cautivó. Sobre todo porque ofrece la visión del soldado anónimo, de su vida cotidiana. Además Pyle escribe muy bien, claro y conciso, sin florituras, además de sus vivencias, el texto está cargado de anécdotas de la guerra y de personajes muy reales.
ResponderEliminarY Gluntz, me suena "Hubo una vez una guerra", lo buscaré para leerlo.
Un saludo.
Leer los dos libros de Ernie Pyle fue una de las más gratas sorpresas que guardan esos pliegos de papel encuadernado llamados libros y que contienen y que pueden llevarte a lugares insospechados. A mí me transportaron a Sicilia, Italia, Inglaterra y Normandía. Y conocí a muchos hombres anónimos que lucharon en esos no tan lejanos lugares, no hace tanto tiempo.
ResponderEliminarPyle murió durante la guerra (en la isla de Okinawa). Estas son las últimas líneas que escribió antes de morir:
Hombres muertos en verano y hombres muertos en invierno.
Hombres muertos en una infinidad tan monstruosa que sentías la necesidad de odiarlos.
Esto es algo que tú, desde casa, no puedes ni intentar comprender. Para tí en casa, ellos son números o quizás alguien cercano que se fue a la guerra y no volvió.
Tú no viste sus cuerpos yaciendo grotescamente en la cuneta de una carretera en Francia. Nosotros los vimos. Los vimos por centenas de miles. Y eso es la diferencia.
Fuente:
http://www.principiamarsupia.com/2013/06/06/las-ultimas-lineas-de-un-reporter-de-guerra/