"Se podrá de puntillas cuando se nombre este día"
«Quien sobreviva a
este día, y regrese salvo a casa / Se pondrá de puntillas cuando este día sea
nombrado…» con estas inmortales palabras de William Shakespeare terminó la
arenga el comandante C.K. “Banger” King, de la 3ª División británica, que iba a
desembarcar en la playa Sword durante la primera oleada el 6 de junio de 1944.
(pág. 201) Mientras tanto el contraalmirante Jaujard, a bordo del crucero
ligero Montcalm de la Francia Libre,
justo antes de iniciar el bombardeo naval, les decía a sus hombres: «C’est une chose terrible et monstrueuse que
d’être obligé de tirer sur notre propre patrie, mais je vous demande de le
faire aujourd’hui.» (Es una cosa terrible y monstruosa tener que disparar
sobre nuestra propia patria, pero os pido que lo hagáis hoy). (pág. 207)
El desembarco de Normandía es posiblemente el episodio
bélico por excelencia de la 2ª Guerra Mundial (por lo menos para occidente) por
diversos motivos. Tras la retirada de Dunkerque y la derrota e Francia en 1940
prácticamente todo el continente Europeo estaba bajo la ocupación de Hitler. Por
lo que la única manera de acabar con el III Reich era invadir su territorio y
eso solo se podía lograr atravesando sus fronteras. Para ello era necesario que
las tropas aliadas occidentales desembarcar en Francia para seguir hacia
Alemania. Pero de todas las operaciones militares el desembarco anfibio es la
más complicada y arriesgada de llevar a cabo. Con solo una pequeña cabeza de
playa para afianzar las posiciones, con las líneas de suministros débiles, frente a un enemigo mejor
atrincherado en posiciones defensivas preparadas de antemano, con una mayor capacidad
de maniobra y una superioridad numérica mayor. Era lo más parecido a los
ataques contras las trincheras del Frente Occidental durante la 1ª Guerra
Mundial.

La obra:
Cornelius Ryan nos narra los acontecimientos de aquellos
que participaron en la batalla que se libró en las playas de Normandía, desde
la perspectiva de quienes se encontraban a ambos lados de la orilla. Es una narración
de los hechos hecha de los protagonistas: anónimos y los no tan anónimos de aquellos
días, conseguida a través de documentos oficiales y entrevistas, sin a portar
un análisis de los hechos. Aunque, como en el caso de “Un puente lejano”, tampoco es la intención de su autor. Que
como corresponsal de guerra durante 1944, estuvo en los mismos campos de
batalla de Normandía.
El libro de Ryan es la detallada reconstrucción del Día D,
relatándonos minuciosamente los días antes del importante ataque desde todos
los participantes, por eso es un texto tan interesante. Desde la nerviosa
espera alemana, lo que sintieron los franceses durante las primeras horas de la
liberación de su país y el valor de las fuerzas atacantes.
He de reconocer que la primera vez que leí el libro, no
hace muchos años, me dejó un cierto sabor agridulce. Posiblemente me esperaba
una obra más parecida a la película basada en el libro de Ryan. Pero la
producción de Darryl F. Zanuck rodada en 1962, a pesar de contar con el propio
Ryan como guionista, se aleja más del texto que la película dirigida por
Richard Attenborough en 1977. Y re-leerlo ahora, tras haber hecho lo mismo con ‘Un puente lejano’ me ha hecho que lo
apreciara más. Aun así me quedo con el libro ‘Un puente lejano’
ya que se ve la madurez del autor, mucho más ducho a la hora de sacar la
esencia de la historia que en ‘El día más
largo’.
La edición:
Historia Inédita nos presenta una obra sobresaliente, editada
con rigor y pulcritud. Las notas del autor a pie de página, lo que hace la
lectura más fluida y las fotografía que aparecen muestran muchos de los
protagonistas de la historia que el libro nos relata. Las cuales además cuentan
con las aclaraciones del propio Ryan. Además en la parte final cuenta con un
Índice alfabético, lo que permite una rápida búsqueda de temas, personajes o
unidades implicadas durante aquel día, el más largo para ambos contendientes.
Aproximación
personal:
Cuando uno piensa en el Día D recuerda las inmortales
imágenes borrosas de Robert Capa, con los soldados atravesando un infierno de
fuego y plomo. Tal vez de las playas llenas de equipo siendo desembarcado desde
los transportes. O de un paracaídas colgando solitariamente del campanario de
la iglesia de Ste Mère-Eglise.
El miedo es innato en el hombre, es una parte esencial de
nuestro instinto de supervivencia. Por eso cuando uno piensa en esos jóvenes
que lucharon en las playas y zonas pantanosas de Normandía el 6 de junio solo
se puede sentir respeto y admiración. ¿Por qué lo hicieron? Los soldados
alemanes para defender su país, los más fanáticos por una ideología racista e insana
que se ocultaba tras un nacionalismo fanático. En cambio aquellos paracaidistas
que saltaron envueltos en las tinieblas de la noche hacia un lugar desconocido
y peligroso y los soldados que descendían de las lanchas de desembarco hacia
una playa teñida de rojo por la sangre de sus camaradas, lo hacían para defender
la democracia y la libertad (tal vez este argumento sea algo simplista o
idealista, pero Alemania era una nación agresora y en Normandía se enfrentaban
las fuerzas de numerosos países democráticos que en algunos casos habían sido
invadidos por el régimen nazi sin que se mediara provocación como Polonia,
Bélgica, Holanda, Noruega o la propia Francia, por lo que tal vez no sea tan
simple decir esto) ¿Qué tributo podríamos ofrecerles nosotros, que 69 años
después leemos sobre sus hazañas en un país que ahora goza de la democracia que
ellos defendían? Primero el más alto de los respetos y admiración, porque
desconocían la mayor parte de las atrocidades cometidas por el régimen contra
el que luchaban. Y segundo nuestro agradecimiento por los que murieron en
aquellas playas y en los valles y montañas que vinieron a continuación hasta
que por fin los cañones callaron.
Aunque probablemente el mayor elogio que podamos darles a
los valientes hombres que tomaron parte en el desembarco de Normandía lo
escribió el universal William Shakespeare para su obra “Enrique V” en 1599:
El que sobreviva a este día, y vuelva a sano
a casa,
Se podrá de puntillas cuando se nombre este
día.
…
Nosotros pocos, felices pocos, nosotros,
grupo de hermanos;
Pues el que hoy vierta conmigo su sangre
será mi hermano; por villano que sea,
este día le hará de noble rango:
y muchos caballeros de Inglaterra, que ahora
están en la cama
se considerarán malditos por no haber estado
aquí,
y les parecerá mísera su valentía cuando
hable alguno
que combatiera con nosotros el día de San
Crispín…
LL. C. H.
Puntuación: 4 (sobre 5)
Título: El Día Más Largo
Título original: The Longest Day
Autor: Conelius Ryan
Traductor: Aurora Ortiz de Zárate Aguirresarobe
Año: 1959
Editorial: Inédita Ediciones (2004)
Colección: Historia Inédita
Páginas: 344
ISBN: 84-96364-00-3
Me ha gustado mucho tu reseña. Se trata de un libro mítico, escrito en clave de reportaje periodístico, tan característico de Ryan, que transmite una gran fluidez de los acontecimientos que narra, que nos va dando información, de cada bando contendiente, sin hacer concesiones. Es uno de esos textos imprescindibles en cualquier biblioteca dela SGM, y si puede ser en esta edición de Inédita, todavía mejor.
ResponderEliminarUn saludo, Llorenç
La verdad es que no sabía bien que poner en la reseña. Sobre el Día D ya había escrito varias entradas y las frases de los dos solados del principio me parecieron muy interesantes y de allí el fragmento de la obra de Shakespeare. Jamás ningún militar o líder podrá superar su arenga en ‘Henrique V’.
EliminarLuego pensé en que era lo que motivaba a los soldados que lucharon aquel día. No en los líderes políticos que sus motivaciones eran de poder y control (lo que es la política) ni los jefes militares cuyo pensamiento estratégico está ideado para ganar la batalla (en la que morirán eso soldados). Y pensar en cuál era su motivo me di cuenta que es a estos a los que debemos dar las gracias y honrar su memoria recordando porque luchaban. Creo que me salió muy “patriotera”, pero al fin y al cabo, ¿qué puede pensar un joven de 20 años al saltar desde un avión o de una lancha de asalto? A parte de no defraudar a sus compañeros, los hombres suelen estar motivados por idéales (bueno o malos) básicos, porque es al final el instinto se basa en cosas simples: supervivencia, amor, odio y creo que la búsqueda algo mejor: ¿libertad, felicidad?
La foto de Eisenhower visitando a los hombres de la 101ª me parece impresionante. No por nada él había dado la orden por la que muchos de esos hombres, la mayoría muchachos, morirían. Se ha de tener mucho coraje para mirarles a los ojos horas antes de que saltaran, en plena oscuridad hacia lo desconocido.
Y ‘El día más largo’ es una obra imprescindible para los que quieren el relato de la batalla.
Un saludo
Todo un clásico. Imprescindible en cualquier biblioteca de todo aficionado al género. Fue el primer libro que leí sobre el desembarco de Normandía (no creo que sea el mejor, pero si de necesaria lectura) y de los primeros sobre la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, a mi también me parece muchísimo mejor libro "Un Puente Lejano". Coincido contigo es que es una obra mucha más madura, completa y compleja.
ResponderEliminarSaludos!!
El privilegio de ser el primer libro de historia de la 2ª Guerra Mundial que leí fue ‘Un puente lejano’. El cual he tenido el placer de leer en tres ocasiones. ‘El día más largo’ lo compré hace unos pocos años y al releerlo ahora lo he apreciado más. Los dos son grandes libros, ya que Cornelius Ryan sabe, muy bien, relatar la historia que está contando, y eso se agradece.
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