Carnicería en las trincheras
La batalla el Somme es, como indica el subtítulo de la
obra, la batalla más sangrienta de la 1ª Guerra Mundial. Solo en el primer día
de la ofensiva británica hubo 19.240 muertos y 36.000 heridos. Es un ejemplo de
como la maquinaria surgida de la revolución industrial era capaz de segar las
vidas de toda una generación.
La mayoría de los soldados que lucharon en el Somme
procedían del Ejército de Kitchener,
denominación que tenían las unidades de los voluntarios reclutados tras el
llamamiento del Secretario de Estado de Guerra británico Horatio Kitchener a
partir de 1914. Estas estaban formadas en muchas ocasiones por amigos y vecinos
de los mismos distritos, ciudades, incluso gremios o escuelas de toda Gran
Bretaña, de manera que eran también llamados “batallones de camaradas”. Por
ejemplo uno formado por los corredores de bolsa de Londres, mientras que la
ciudad de Hull contó con cuatro batallones conocidos como los Comerciantes de
Hull, los Tenderos de Hull, los Deportistas de Hull y Los Otros de Hull o en
Glasgow se constituyó uno de conductores, revisores mecánicos y trabajadores
del Departamento de Tranvías de la ciudad.
Esos eran los hombres que se lanzarían sobre las líneas
alemanas entre el 1 de julio y el 18 de noviembre de 1916 situadas en la región
francesa de Picardía. Al mismo tiempo que se reducía la presión alemana sobre
Verdún, se esperaba que en unos días se lograra una brecha en las líneas alemanas
que permitiera lanzar a la caballería para explotar la ruptura. Pero nunca
ocurrió aquella Ofensiva Decisiva que esperaban los Aliados y que desembocaría
de nuevo en una guerra de movimientos. En realidad los alemanes, presionados
por sus bajas lo que hicieron fue retroceder unos pocos quilómetros a otra
línea de trincheras llamada la Línea Hindenburg, que se mantuvo más o menos
estática hasta la Operación Michael,
la ofensiva alemana de primera de 1918.
La obra:
El libro de Gilbert, extremadamente documentado, “en ningún momento olvida – ni permite que el
lector olvide – que los ejércitos combatientes estaban compuestos de millones
de individuos” como indica en la contraportada Lyn McDonald del Sunday
Times. Y es que a medida que vamos avanzando el lector tiene la sensación de
que casi ninguno de los protagonistas de sus páginas sobrevivió a la batalla,
citando constantemente el lugar de enterramiento o el monumento donde figura su
nombre si su cuerpo nunca fue hallado. Y es que esa era la intención de Gilbert:
exponer la brutalidad de la batalla a través de los hechos y testigos escritos:
relatos, cartas y sobre todo poesías de aquellos que nunca regresaron del
Somme.
De esa manera narra la cadencia de ofensivas y ataques
que las tropas Aliadas realizaron durante el verano y el otoño de 1916. Desde
los preparativos, donde las presiones francesas eran cada vez más grandes para
el inicio de la batalla, que obligó a desencadenar el ataque antes de que las
tropas estuvieran listas. Y la acumulación de tropas y munición. Hasta aquel
aciago primero de julio, continuando los combates por tomar Mametz, Fricourt,
Montauban, el bosque Alto o Serre y los altos del río Ancre, ya al final de la
batalla, con la nieve cubriendo los campos de Picardía. Siempre a través de estremecedores
recordatorios de los hombres que lucharon y murieron en la batalla del Somme.
Y es que el libro no está centrado en los grandes
aspectos estratégicos globales o tácticos, ni ahonda en temas operativos o de
armamento, sino que se basa en testigos de la batalla. Les sigue el rastro directo
dejado por los protagonistas de los ataques, centrándose casi en exclusiva, en
los participantes británicos y de la Commonwealth, sin apenas referencias a la
presencia y el sufrimiento de alemanes, de manera que se pierde la visión
global de la batalla. Por ejemplo el ejército alemán sufrió la escalofriante
cifra de 435.000 bajas, entre ellos 164.055 muertos o desaparecidos. Y otro
tanto ocurre con los franceses, que aunque debilitados por la batalla de
Verdún, soportaron los combates del sector sur del Somme. Por tanto deja de esa
manera un testimonio sesgado de la visión únicamente anglosajona de la batalla.
Harry Fellows |
Lo hace a través de las historias de los soldados que
estuvieron metidos, literalmente, en el barro del Somme. Como la anécdota de
quien sería durante la 2ª Guerra Mundial responsable de las fuerzas de Nueva
Zelanda en el Desierto Occidental, por aquel entonces el teniente coronel
Bernard Freyberg. Acreedor de la Cruz Victoria durante la batalla, fue herido
de gravedad durante esta y trasladado al pabellón de moribundos, donde no se
practicaba ningún tratamiento a los que se encontraban allí salvo el suministro
de calmantes para evitar el dolor. Mientras permanecía tendido escuchó una
suave voz que daba órdenes para que le trasladaran a otro lugar, donde pudo
recuperarse de sus heridas, aunque sin poder averiguar quien le había salvado
la vida. Años después, en el vestíbulo de un hotel de El Cairo escuchó la misma
voz. Al preguntarle si aquel hombre había estado en Ancre en 1916, por fin logró
conocer al oficial médico que le salvó la vida: el capitán S. S. Greaves.
O de aquellos que nunca dejaron, de alguna manera, el
campo de batalla como el cabo Harry Fellows. De los Fusileros de Northumberland,
veterano del feroz combate de Loos de 1914, participó en la sangrienta toma del
bosque de Mametz, donde dejó a muchos amigos. Aunque sobrevivió a la guerra muriendo a los 91 años,
recorrió muchas veces, tras el conflicto, aquellos lugares donde había luchado.
La última vez que lo hizo fue en 1987, cuando sus cenizas fueron enterradas
entre sus camaradas. En su lápida puede leerse:
Donde una vez hubo guerra
Ahora la paz reina suprema
Y los pájaros cantan de nuevo
En Mametz.
La edición:
Curioso es el detalle de la portada, donde aparecen tres
soldados franceses heridos, estando precisamente el libro centrado en las
fuerzas británicas y apenas habla de franceses o alemanes. Por otro lado la
edición de la editorial Ariel es muy cuidadosa, incluyendo la traducción
(dejando el texto original en inglés), por parte de Silvia Furió de los poemas
que completan los textos de Gilbert. También contiene algunas citas de la
traductora para aclarar algunos términos lingüísticos o técnicos de la guerra de
trincheras, lo que permite una lectura fluida y más comprensible del libro.
La elección de las fotografías, agrupadas en hojas satinadas
a lo largo del libro, es muy acertada, pudiendo ver algunas de las anécdotas o
historias contadas a lo largo del texto, lo que siempre es de agradecer. Y como
ocurre en muchas otras ediciones, los mapas de las acciones de la batalla,
están situados en la parte final del texto, lo que obliga a ir hasta allí si el
lector quiere consultar los parcos progresos de los ataques aliados durante la
guerra de trincheras. Y junto a estos se incluyen varios con las localizaciones
en la actualidad de los cementerios y monumentos repartidos por el Somme,
recordando que el libro es ante todo un recordatorio de aquellos que cayeron.
Aproximación
personal:
Para entender la 2ª Guerra Mundial se ha de conocer como
fue la Gran Guerra que arrasó Europa entre 1914 a 1918. Los combates en las
trincheras del frente Occidental que tan fuertemente quedaron marcadas en el
recuerdo colectivo francés, que provocó una fractura social a la hora de
enfrentarse a la amenaza Nazi y a la subsiguiente guerra contra Alemania. O los
cambios revolucionarios en Rusia que llevaron al establecimiento de la Unión
Soviética. La acentuación del antisemitismo con la leyenda de la “puñalada por
la espalda” en Alemania y el alzamiento del nazismo. Todo eso surge de la lucha
en las trincheras que enfrentó a las naciones europeas durante los primeros
años del siglo XX.
Cementerio canadiense de Adanc (Canadá al revés), en el Somme |
Un detalle que siempre me ha parecido curioso de la Gran
Guerra, y que Gilbert enfatiza al usar los testimonios de los participantes, es
la gran cantidad de poemas escritos durante el conflicto por los soldados que
estuvieron destinados en las trincheras. Tal vez clara demostración de aquel
espíritu inocente que tenían y que les hacía creer que aquella sería la guerra
que acabara con todas las guerras.
No hay ritual solemne – pero enterradlo bien,
Vosotros, camaradas de juventud junto a los que luchó,
Cerca de donde suspiran los vientos y crecen las flores silvestres,
Donde el dulce arroyo borbotea junto a él.
Sin solemnidad, pero lo enterramos con ternura
Para que descanse, su réquiem la artillería
Este es el poema “El
funeral de un soldado” escrito por el sargento John Streets, del 12º
Batallón del Regimiento de York & Lancaster. El 1 de julio cuando regresaba
de un malogrado ataque, volvió a internarse en tierra de nadie cuando le
dijeron que había un camarada de su sección gravemente herido. No se le volvió
a ver con vida. Su tumba se encuentra en el cementerio de la carretera de
Euston, Colincamps, no lejos de donde murió (pag. 96).
La batalla del
Somme de Martin Gilbert es un libro centrado en no dejarnos olvidar un
hecho inherente en toda guerra: la muerte. No nos habla de las grandes hazañas,
de las estrategias, de las máquinas, sino de los hombres que lucharon en las
trincheras. Y lo consigue a través de los hechos y en los textos de los que
estuvieron presentes en aquella batalla. Recordándonos que detrás de las
escalofriantes cifras (mencionadas al principio de esta entrada) siempre hay un
nombre, y no solo con una historia detrás de ese nombre, sino también que ese
nombre está inscrito en una lápida. O en muchos casos en los que no se encontró
su cuerpo, ese nombre está grabado en la pared de alguno de los monumentos que
salpican el campo de batalla del Somme.
Puntuación: 3
(sobre 5)
Título: La
batalla del Somme. La batalla más sangrienta de la 1ª GM
Título original: Somme. The heroism and horror of war
Autor: Martin
Gilbert
Año: 2006
Editorial: Ariel (2009)
Colección: Grandes
Batallas
Páginas: 426
ISBN: 978-84-344-8821-2
¡Hola!
ResponderEliminarMe ha encantado tu blog.
Ya me has hecho apuntarme unos cuantos libros en mi lista jejeje
¡Te sigo!
-Evelyn-
Gracias por tu comentario. Y me alegro que te gustara, solo espero que con el tiempo no disminuya la calidad de las entradas.
EliminarUn fuerte saludo!
Lo lei en el 2010 , me fascinó no es un libro centrado en la aridez del combate que en un principio a mediad que lo leia me echaba para atráas. El libro te lleva a la tragedia y el desconsuelo de los caidos, los palls aparecen más vivos que nunca entre sus lineas, desde la reunion de old etonians los dias previos al asalto a la engañosa confianza del bombarseo previo pra concluir en la terrible conclusion algunod cientos de mts avanzados muerte y desolación.
ResponderEliminarLos tres soldados franceses en la portada , debiera hacerselo mirar la editorial ariel.
Martin Gilbert no pretendía hacer un análisis de la batalla, sino mostrarnos las consecuencias de los combates en los soldados: siempre nos habla de los bajas y lo que parece más curioso: el lugar donde descansan eternamente. Y creo que está bien que nos recuerden que una de las consecuencias más importantes de la guerra es la muerte de aquellos que intervienen en ella. Y no solo en los sucesos y
EliminarY ciertamente, con la cantidad de imágenes de soldados británicos en las trincheras, en la portada aparecen soldados franceses. Eso es tener ojo clínico.
Un saludo,